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{{ParTLPwrapper-es|{{ParTLP|6.422}} | {{ParTLPwrapper-es|{{ParTLP|6.422}} El primer pensamiento en el establecimiento de una ley ética con la forma «tú debes. . . .» es: y, ¿qué si no lo hago? Sin embargo, está claro que la ética no tiene nada que ver con castigo y recompensa en el sentido habitual. Así, esta pregunta por las {{spaced text|consecuencias<!-- template:spaced text -->}} [''{{spaced text|Folgen<!-- template:spaced text -->}}''] de una acción debe ser fútil. Al menos, estas consecuencias no deben ser eventos. Entonces algo debe ser correcto en aquel planteamiento. Debe haber ciertamente un tipo de recompensa ética y castigo ético, pero estos deben residir en la acción en sí misma. | ||
El primer pensamiento en el establecimiento de una ley ética con la forma «tú debes. . . .» es: y, ¿qué si no lo hago? Sin embargo, está claro que la ética no tiene nada que ver con castigo y recompensa en el sentido habitual. Así, esta pregunta por las {{spaced text|consecuencias<!-- template:spaced text -->}} [''{{spaced text|Folgen<!-- template:spaced text -->}}''] de una acción debe ser fútil. Al menos, estas consecuencias no deben ser eventos. Entonces algo debe ser correcto en aquel planteamiento. Debe haber ciertamente un tipo de recompensa ética y castigo ético, pero estos deben residir en la acción en sí misma. | |||
(Y esto está también claro, que la recompensa debe ser algo agradable; el castigo, algo desagradable). | (Y esto está también claro, que la recompensa debe ser algo agradable; el castigo, algo desagradable). | ||
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