Tratado lógico-filosófico (presentación en árbol): Difference between revisions
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Revision as of 16:44, 2 April 2022
Si las cosas pueden ocurrir en estados de las cosas, entonces esto debe residir ya en ellas.
(Algo lógico no puede ser solo-posible. La lógica trata de cada posibilidad y todas las posibilidades son sus hechos).
Igual que no podemos pensar en absoluto objetos espaciales al margen del espacio, temporales al margen del tiempo, tampoco podemos pensar ningún objeto al margen de la posibilidad de su conexión con otros.
Si puedo pensar el objeto en el contexto [Verband] del estado de las cosas, entonces no puedo pensar al margen de la posibilidad de este contexto.
(Cada una de tales posibilidades debe residir en la naturaleza del objeto).
No puede ser encontrada una nueva posibilidad con posterioridad.
La mancha en el campo visual no tiene por qué ser roja, pero debe tener un color: esta tiene, por así decirlo, el espacio de color en sí. El tono tiene que tener una altura, el objeto del tacto una dureza, etc.
Pues si la cosa no es destacada por nada, entonces no la puedo destacar, pues de otra forma estaría precisamente destacada.
(Llamamos al darse de estados de las cosas un hecho positivo, al no darse uno negativo).
Esta relación de los elementos de la imagen se llama su estructura y su posibilidad, la forma de la ilustración [Abbildung].
El método de proyección es el pensar del sentido de la proposición [Satz-Sinnes].
Es decir, la posibilidad de lo proyectado, pero no este en sí mismo.
En la proposición, por lo tanto, no está todavía contenido su sentido, pero si la posibilidad de expresarlo.
(«El contenido de la proposición» significa el contenido de la proposición significativa [sinnvoll]).
En la proposición está contenida la forma de su sentido, pero no su contenido.
El signo proposicional es un hecho.
La proposición está articulada.
Pues en una proposición impresa, por ejemplo, el signo proposicional no parece esencialmente diferente de la palabra.
(Así era posible que Frege llamase a la proposición un nombre compuesto).
La posición espacial recíproca de estas cosas expresa entonces el sentido de la proposición.
([Los] nombres se asemejan a puntos; proposiciones, a flechas, estas tienen sentido).
El complejo puede ser dado solo mediante su descripción, y esta será cierta o no será cierta. La proposición en la cual se trata un complejo, cuando este no existe, será, no absurda [unsinnig], sino simplemente falsa.
Que un elemento proposicional señale un complejo se puede ver en una indeterminación en las proposiciones en las que ocurre. Nosotros sabemos [que] mediante esta proposición no está todo determinado. (La designación de la generalidad ya contiene un arquetipo [Urbild]).
El resumen del símbolo de un complejo en un símbolo sencillo puede ser expresado mediante una definición.
Dos signos, un signo primitivo y uno definido mediante un signo primitivo no pueden señalar de la misma manera. [Los] nombres no se pueden descomponer mediante definiciones. (Ningún signo, que solo, independiente, tenga un significado [se puede descomponer]).
(La propia proposición es un término).
Término es todo [aquello] esencial para el sentido de la proposición que las proposiciones pueden tener en común entre sí.
El término delimita una forma y un contenido.
Y, ciertamente, el término en esta forma será constante y todo lo demás variable.
(En el caso límite, la variable se vuelve constante; el término, proposición).
Tal variable la llamo «variable proposicional» [Satzvariable].
(También el nombre variable [der variable Name]).
El establecimiento es una descripción de estas proposiciones.
Así, el establecimiento tratará solo de los símbolos, no de su significado.
Y solo esto es esencial para el establecimiento, que él solo es una descripción de símbolos y no dice nada sobre lo señalado.
Cómo aparezca la descripción de las proposiciones es inesencial.
Así aparece la palabra «es» como cópula, como signo de igualdad y como expresión de la existencia [Existenz]; «existir» [existieren] como verbo intransitivo igual que «ir»; «idéntico» como adjetivo; hablamos de algo, pero también de que algo ocurre.
(En la proposición «Verde es verde» –donde la primera es palabra un antropónimo; la última, un adjetivo– no tienen estas palabras simplemente distinto significado, sino que son distintos símbolos.
(La escritura de signos de Frege y Russel es un lenguaje tal, que sin embargo no excluye todavía todos los errores).
Supongamos, por ejemplo, la función F (fx) pudiera ser su propio argumento; en ese caso habría entonces una proposición «F (F (fx))» y, en esta, la función externa F y la función interna F deberían tener distintos significados, por lo que la interna tiene la forma ϕ(fx); la externa, la forma ψ(ϕ(fx)). En conjunto es la letra «F», que, sin embargo, no señala nada, para las dos funciones.
Esto se vuelve claro inmediatamente, cuando en lugar de «F(F(u))» escribimos «(∃ϕ) : F (ϕu) . ϕu = Fu».
Así se resuelve la paradoja de Russell.
Accidentales son las características que proceden del tipo especial de producción del signo de la proposición. Esenciales aquellas que solas facultan a la proposición para expresar su sentido.
E igualmente es en general lo esencial en el símbolo aquello que todos los símbolos que pueden cumplir el mismo fin tienen en común.
(Con esto es delimitada la manera como una posible notación especial nos puede dar explicaciones generales).
(De no ser así, nuevos elementos –en coordinación– serían introducidos constantemente mediante la negación, la suma lógica, el producto lógico, etc.).
(El armazón lógico alrededor de la imagen determina el espacio lógico. La proposición impone todo el espacio lógico).
El lenguaje coloquial es una parte del organismo humano y no menos complicado que este.
Es humanamente imposible extraer de manera inmediata la lógica del lenguaje a partir de este.
El lenguaje reviste al pensamiento. Y lo hace de tal manera, que se puede inferir a partir de la forma exterior del vestido, no de la forma del revestido pensamiento; porque la forma externa del vestido está construida para finalidades completamente distintas que dejar que se reconozca la forma del cuerpo.
Los convenios tácitos para el entendimiento del lenguaje coloquial son enormemente complicados.
(Ellas son del tipo de preguntas, si el bien es más o menos idéntico que lo bello).
Y no es sorprendente que los problemas más profundos en el fondo no son problemas.
La proposición es un modelo de la realidad tal y como nosotros la pensamos.
Y aun así estos lenguajes de signos se manifiestan también en el sentido habitual como imágenes de aquello que representan.
Pues también estas irregularidades constituyen lo que deben expresar, solo que de otra manera.
A todos ellos es común la construcción lógica.
(Como los dos jóvenes, sus dos caballos y sus lirios en el cuento[11]. Todos ellos son en cierto sentido uno).
La proposición muestra cómo se comporta cuando es verdadera. Y dice que así se comporta.
Para ello, ella [la realidad] debe ser descrita completamente por ella [la proposición][12]. La proposición es la descripción de un estado de las cosas.
Como la descripción [describe] un objeto según sus cualidades externas, así la proposición describe la realidad según sus cualidades internas.
La proposición construye un mundo con ayuda de un armazón lógico y por eso se puede ver también en la proposición cómo se comporta todo lo lógico [Logisches], cuando es verdadero. Se pueden extraer conclusiones de una proposición falsa.
(Uno puede así entenderla sin saber si es verdadera).
Uno la entiende, cuando entiende sus partes constitutivas.
(Y el diccionario traduce no solo sustantivos, sino también verbos, adjetivos y conjunciones etc. y los trata a todos igual).
Sin embargo, con las proposiciones nos entendemos nosotros.
Y la relación es sencillamente, que ella [la proposición] es su imagen lógica.
La proposición expresa algo solo en tanto que es una imagen.
Se puede incluso decir, en lugar de: esta proposición tiene este y este significado; esta proposición representa esta y esta situación.
Mi idea fundamental es que las «constantes lógicas» no representan. Que la lógica de los hechos no se puede representar.
Ambas deben tener la misma multiplicidad lógica (matemática). (Compárese la mecánica de Hertz sobre modelos dinámicos).
Quisiéramos intentarlo mediante la introducción de una marca en la posición argumentativa (algo así como «(A, A) . F (A, A)», no sería suficiente), no podríamos establecer la identidad de la variable. Etc.
Todas estas formas de designación no son suficientes, porque no tienen la multiplicidad matemática necesaria.
Se podría entonces, por ejemplo, decir, que «p» señala de manera verdadera lo que «~p» de manera falsa, etc.
Que en una proposición ocurra la negación tampoco es una característica de su sentido (~~p = p).
Las proposiciones «p» y «~p» tienen sentidos contrarios, pero les corresponde una y la misma realidad.
Sin embargo, para poder decir, si un punto es negro o blanco, debo primeramente saber, cuando se llama a un punto negro y cuando blanco; para poder decir: «p» es verdadero (o falso), debo haber determinado bajo qué circunstancias llamo «p» verdadero, y con ello determino el sentido de la proposición.
El punto en el que el símil se rompe es ahora este: podemos mostrar un punto del papel, incluso sin saber, que es blanco y negro; pero a una proposición sin sentido no corresponde absolutamente nada, pues no señala a ninguna cosa (valor de verdad) cuyas cualidades se llamaban algo así como «falso» o «verdadero»: el verbo [Verbum] de una proposición no es «es verdadero» o «es falso» (como creía Frege), sino que lo que «es verdadero» debe contenerlo ya el verbo.
La proposición negadora [verneinende] determina otro sitio lógico que la negada [verneinte].
La proposición negadora determina un sitio lógico con ayuda del sitio lógico de la proposición negada, en tanto que ella describe a aquel fuera de este.
Que la proposición negada se pueda volver a negar muestra ya que lo que es negado ya es una proposición y no primeramente la preparación para una proposición.
(La palabra «filosofía» debe significar algo que se encuentre sobre o bajo, pero no junto a las ciencias de la naturaleza).
La filosofía no es ninguna doctrina, sino una actividad.
Una obra filosófica consiste esencialmente en explicaciones.
El resultado de la filosofía no son «proposiciones filosóficas», sino el esclarecimiento de las proposiciones.
La filosofía debe aclarar y delimitar incisivamente los pensamientos que de otra manera son, por así decirlo, nublados y difusos.
Teoría del conocimiento es la filosofía de la psicología.
¿No corresponde mi estudio del lenguaje de signos al estudio de los procesos de pensamiento que los filósofos consideraban tan fundamentales para la filosofía de la lógica? Solo que ellos se complican principalmente con investigaciones psicológicas insignificantes y hay un peligro análogo también en mi método.
Ella debe limitar lo impensable desde dentro mediante lo pensable.
Para poder representar la forma lógica, deberíamos poder colocarnos fuera de la lógica con la proposición, esto es, fuera del mundo.
Lo que se refleja en el lenguaje, no lo puede representar.
Lo que se expresa en el lenguaje, no lo podemos nosotros expresar mediante ella [la forma lógica].
La proposición muestra la forma lógica de la realidad.
La exhibe.
Cuando dos proposiciones se contradicen mutuamente, entonces esto muestra su estructura; igualmente, cuando una se sigue de la otra, etc.
(En lugar de cualidad de la estructura digo también «cualidad interna»; en lugar de relación de estructuras, «relación interna».
Introduzco estos términos para mostrar la razón de la confusión, muy extendida entre los filósofos, entre las relaciones internas y las relaciones propiamente dichas (externas)).
Sin embargo, el darse de tales cualidades y relaciones internas no puede ser afirmado mediante proposiciones, sino que se muestra en las proposiciones que representan aquellos estados de las cosas y que tratan de aquellos objetos.
(Este color azul y aquel están en la relación interna de más claro y más oscuro por sí mismos [eo ipso]. Es impensable que estos dos objetos no estuvieran en esta relación).
(Aquí corresponde al fluctuante uso de la palabra «cualidad» y «relación» el fluctuante uso de la palabra «objeto»).
Sería tan absurdo atribuir una cualidad formal a la proposición como privarle de ella.
La serie de los números no está ordenada según una relación externa, sino según una interna.
Igualmente la serie de proposiciones «aRb», «(∃x) : aRx . xRb», «(∃x, y) : aRx . xRy . yRb», etc.
(Encuéntrese b en una de estas relaciones respecto a a, entonces llamo a b un sucesor de a).
(Introduzco este término para aclarar la razón de la confusión de los conceptos formales con los conceptos propiamente dichos, que se extiende por toda la lógica antigua).
Que algo caiga bajo un concepto formal como su objeto no puede ser expresado mediante una proposición. Más bien se muestra en el signo de este mismo objeto. (El nombre muestra que señala un objeto; el numeral, que señala un número, etc.).
Los conceptos formales no pueden pues, como los conceptos propiamente dichos, ser representados por una función.
Pues sus características, las cualidades formales, no son expresadas mediante funciones.
El término de la cualidad formal es un rasgo de ciertos símbolos.
El signo de las características de un concepto formal es, por lo tanto, un rasgo característico de todos los símbolos cuyos significados caen bajo el concepto.
El término del concepto formal, por lo tanto, una variable proposicional, en la cual solo este rasgo es constante[18].
Pues cada variable representa una forma constante, la cual todos sus valores poseen, y que puede ser tomada como cualidad formal de estos valores.
Siempre que la palabra «objeto» («cosa» [Ding], «cosa» [Sache], etc.) es usada correctamente, es expresada en la escritura conceptual mediante el nombre variable.
Por ejemplo, en la proposición «hay 2 objetos, los cuales… » mediante «∃x, y…».
Siempre que sea usada de otra manera, así como palabra conceptual propiamente dicha, surgen proposiciones aparentes [Scheinsätze] absurdas.
Así, no se puede decir, por ejemplo, «hay objetos», como si uno dijera algo así como «hay libros». Y mucho menos «hay 100 objetos» o «hay ℵ0 objetos».
Y es absurdo hablar del número de todos los objetos.
Lo mismo es válido de las palabras «complejo», «hecho», «función», «número», etc.
Todas ellas señalan conceptos formales y son representadas en la escritura conceptual mediante variables, no mediante funciones o clases. (Como Frege y Russell creían).
Términos como «1 es un número», «solo hay un cero» y todos los similares son absurdos.
(Tan absurdo es decir «solo hay un 1», como absurdo sería decir 2 + 2 es a las 3 horas, igual a 4).
Podemos determinar el miembro general de la serie formal, dando su primer miembro y la forma general de la operación por la que, a partir de la proposición anterior, se produce el miembro siguiente.
(No se puede preguntar, por ejemplo, «¿hay proposiciones de sujeto y predicado no analizables?»).
Por eso no hay en la lógica números extraordinarios y por eso no hay ningún monismo o dualismo filosófico, etc.
Surge la pregunta aquí sobre cómo se lleva a cabo la asociación de proposiciones.
Escribo la proposición elemental como función del nombre en la forma: «fx», «ϕ(x, y)», etc.
O la denoto mediante las letras p, q, r.
«a = b» significa, por lo tanto: el signo «a» es sustituible por el signo «b».
(Si introduzco mediante una igualdad un nuevo signo «b», en tanto que determino que debe sustituir un signo «a» ya conocido, entonces escribo la igualdad ‒ definición ‒ (como Russell) en la forma «a = b Def.». La definición es una regla de signos).
Si conozco, por ejemplo, el significado de una palabra inglesa y una alemana del mismo significado, entonces es imposible que no sepa que las dos mantienen el mismo significado; es imposible que no pueda traducir una por otra.
Términos como «a = a» o derivados de estos, no son ni proposiciones elementales ni, por otra parte, signos significativos. (Esto se mostrará más tarde).
Pueden darse todas las combinaciones de los estados de las cosas, los otros no se dan.
p | q | r |
---|---|---|
V | V | V |
F | V | V |
V | F | V |
V | V | F |
F | F | V |
F | V | F |
V | F | F |
F | F | F |
p | q |
---|---|
V | V |
F | V |
V | F |
F | F |
p |
---|
V |
F |
La falta de esta distinción significa la no concordancia.
La proposición es el término de sus condiciones de posibilidad. (Por eso Frege la ha anticipado correctamente como explicación de los signos de su escritura conceptual. Solo la explicación del concepto de verdad de Frege es falso: si fueran «lo verdadero» y «lo falso» objetos reales y los argumentos en ~p etc., entonces la determinación del sentido de «~p» según Frege no sería de ninguna manera determinada).
[Lo] análogo es válido, obviamente, para todos los signos que expresan como los esquemas de «F» y «V».
«
p | q | |
---|---|---|
V | V | V |
F | V | V |
V | F | |
F | F | V |
»
un signo proposicional.
La «raya de juicio» de Frege «[math]\displaystyle{ \vdash }[/math]» carece por completo lógicamente de sentido, solo muestra en Frege (y Russell) que estos autores tienen las proposiciones así señaladas por verdaderas. «[math]\displaystyle{ \vdash }[/math]» pertenece, por lo tanto, tan poco al armazón proposicional como, por así decirlo, el número de la proposición. Es imposible que una proposición pueda decir de sí misma que es verdadera).
Si está establecido de una vez por todas el orden de las posibilidades de verdad en el esquema mediante una regla de combinación, entonces la última columna es por sí misma ya un término de las condiciones de verdad. Si escribimos esta columna en una fila, entonces el signo proposicional se vuelve:
«(VV‒V)(p, q)» o, más claramente, «(VVFV)(p, q)».
(El número de posiciones en el paréntesis de la izquierda está determinado por el número de miembros en el de la derecha).
Los grupos de condiciones de verdad, los cuales pertenecen a las posibilidades de verdad de un número de proposiciones elementales, se pueden ordenar en una serie.
En uno de los casos, la proposición es verdadera para todas las posibilidades de verdad de las proposiciones elementales. Decimos [que] las posibilidades de verdad son tautológicas.
En el segundo caso, la proposición es falsa para todas las posibilidades de verdad: las condiciones de verdad son contradictorias.
En el primer caso llamamos a la proposición una tautología, en el segundo caso, una contradicción.
La tautología no tiene condiciones de verdad, pues ella es incondicionalmente verdadera; y la contradicción no es verdadera bajo ninguna condición.
Tautología y contradicción son carentes de sentido [sinnlos].
(Como el punto del que dos flechas salen en direcciones opuestas).
(Yo no sé, por ejemplo, nada sobre el tiempo [entiéndase, el climático], cuando sé que llueve o no llueve).
En la tautología se superan las condiciones de la concordancia con el mundo ‒ la relación representativa ‒ mutuamente, de tal manera que ella no esté en ninguna relación representativa para la realidad.
(La proposición, la imagen, el modelo, son, en el sentido negativo, como un cuerpo sólido que limita la libertad de movimiento de los otros; en el sentido positivo, como el espacio limitado por la sustancia sólida, en el que un cuerpo tiene lugar).
La tautología deja todo el espacio lógico ‒ ilimitado ‒ a la realidad; la contradicción rellena todo el espacio lógico y no deja a la realidad ningún punto. Ninguno de los dos puede, por lo tanto, determinar la realidad de ninguna manera.
(Cierta, posible, imposible: aquí tenemos la marca de aquella gradación que necesitamos en la doctrina de la probabilidad).
Es decir, proposiciones que son verdaderas para cada situación no pueden en ningún caso ser conexiones de signos, pues en otro caso solo ciertas conexiones de objetos podrían corresponderles.
(Y a ninguna conexión lógica le corresponde ninguna conexión de objetos).
Tautología y contradicción son los casos límite de las conexiones de signos, es decir, su disolución.
Está claro que, en la descripción de la forma más general de la proposición, solo lo esencial a ella debe ser descrito, en otro caso no sería, ciertamente, la más general.
Que hay una forma general de la proposición, es demostrado por [el hecho de] que no puede haber ninguna proposición cuya forma no se pueda haber previsto (es decir, construido). La forma general de la proposición es: se comporta así y así.
(La proposición elemental es una función de verdad de sí misma).
En el «+c» de Russel es, por ejemplo, «c» un índice que apunta a que el signo completo es el signo de adición para los números cardinales. Pero esta designación radica en [un] convenio arbitrario y uno podría escoger, en lugar de «+c», un signo sencillo; en «~p», sin embargo, «p» no es ningún índice, sino un argumento: el sentido de «~p» no puede ser entendido sin que haya sido entendido anteriormente el sentido de «p». (En el nombre de Julio Cesar, «Julio» es un índice. El índice es siempre una parte de una descripción del objeto, cuyo nombre le añadimos. Por ejemplo, el Cesar al género de los Julios).
La confusión entre argumento e índice subyace, si no me equivoco, en la teoría de Frege sobre el significado de las proposiciones y las funciones. Para Frege, las proposiciones de la lógica eran nombres y sus argumentos, los índices de estos nombres.
(VVVV)(p, q) | Tautología | (Si p, entonces p; y si q, entonces q). (p ⊃ p . q ⊃ q) |
(FVVV)(p, q) | en palabras | No ambos p y q (~(p . q)) |
(VFVV)(p, q) | " " | Si q, entonces p (q ⊃ p) |
(VVFV)(p, q) | " " | Si p, entonces q (p ⊃ q) |
(VVVF)(p, q) | " " | p o q (p ∨ q) |
(FFVV)(p, q) | " " | No q. ~q |
(FVFV)(p, q) | " " | No p. ~p |
(FVVF)(p, q) | " " | p o q, pero no ambos. (p . ~q : ∨ : q . ~p) |
(VFFV)(p, q) | " " | Si p, entonces q; y si q, entonces p (p ≡ q) |
(VFVF)(p, q) | " " | p |
(VVFF)(p, q) | " " | q |
(FFFV)(p, q) | " " | Ni p ni q (~p . ~q) o (p | q) |
(FFVF)(p, q) | " " | p y no q (p . ~q) |
(FVFF)(p, q) | " " | q y no p (q . ~p) |
(VFFF)(p, q) | " " | q y p (q . p) |
(FFFF)(p, q) | Contradicción | (p y no p; y q y no q) (p . ~p . q . ~q) |
A aquellas posibilidades de verdad de sus argumentos de verdad, las cuales confirman la proposición, quiero llamarlas sus razones de verdad [Wahrheitsgründe].
Dos proposiciones son opuestas entre sí, cuando no hay ninguna proposición significativa que las afirme a ambas.
Cada proposición que contradice a otra, la niega.
(Que de (x) . fx se pueda deducir fa, eso muestra que la generalidad está contenida también en el símbolo «(x) . fx»).
Este tipo de conclusión solo se desprende de ambas proposiciones.
Solo ellas mismas pueden justificar la conclusión.
«Leyes de derivación», las cuales ‒ como según Frege y Russell ‒ deban justificar las conclusiones, son carentes de sentido y serían redundantes.
La creencia en el nexo causal es la superstición.
(«A sabe que p es el caso» es carente de sentido cuando p es una tautología).
La contradicción desaparece, por así decirlo, externamente, la tautología internamente a todas las proposiciones.
La contradicción es el límite externo de las proposiciones, la tautología su punto medio insustancial.
De proposiciones recíprocamente independientes (por ejemplo, dos proposiciones elementales cualesquiera) dan recíprocamente la probabilidad ½.
Si se sigue p de q, entonces la proposición «q» da a la proposición «p» la probabilidad 1. La certeza de la conclusión lógica es un caso límite de la probabilidad.
(Aplicación a la tautología y contradicción).
Ahora bien, esto no es ningún hecho [Faktum] matemático.
Si ahora digo: es tan probable que vaya a sacar una bola blanca como una negra, entonces eso significa: todas las circunstancias por mí conocidas (incluyendo las leyes de la naturaleza hipotéticamente aceptadas) no dan a la ocurrencia de un evento ninguna probabilidad más que a la ocurrencia del otro. Esto significa que dan ‒ como es fácilmente deducible de las explicaciones dadas más arriba ‒ a cada uno la probabilidad ½.
Lo que confirmo mediante el intento es que la ocurrencia de ambos eventos es independiente de las circunstancias que yo no conozco de cerca.
Ella involucra una descripción general de una forma proposicional. Solo en carencia de certeza necesitamos la probabilidad. Cuando ciertamente no conocemos un hecho a la perfección, pero sí sabemos algo sobre su forma.
(Una proposición puede ciertamente ser una imagen imperfecta de cierta situación, pero es siempre una imagen perfecta).
La proposición de probabilidad es en cierto modo un extracto de otras proposiciones.
Negación, adición lógica, multiplicación lógica, etc., etc. son operaciones.
(La negación invierte el sentido de la proposición).
Ella expresa la diferencia de las formas. (Y lo común entre las bases y el resultado de la operación son simplemente las bases).
La operación, pues, no manifiesta nada, solo su resultado, y este depende de las bases de la operación.
(Operación y función no deben ser confundidas entre sí).
En un sentido similar hablo de la aplicación sucesiva de varias operaciones a un número de proposiciones.
La operación de verdad es la manera en la que surge la función de verdad a partir de las proposiciones elementales.
Según el ser de la operación de verdad llega a ser, de la misma manera que de las proposiciones elementales, su función de verdad; de las funciones de verdad [llega a ser] una nueva. Cada operación de verdad da lugar, a partir de funciones de verdad de proposiciones elementales, de nuevo a una función de verdad de proposiciones elementales, a una proposición. El resultado de cada operación de verdad con los resultados de operaciones de verdad con proposiciones elementales es de nuevo el resultado de una operación de verdad con proposiciones elementales.
Cada proposición es el resultado de operaciones de verdad con proposiciones elementales.
Y es fácil ver que el signo proposicional en [el] número 4.442, también cuando «p» y «q» son funciones de verdad de proposiciones elementales, expresa una función de verdad de proposiciones elementales.
La posibilidad de la definición cruzada de los «signos primitivos» de Frege y Russell ya muestra que estos no son signos primitivos y, desde luego, que no señalan ninguna relación.
Y es evidente que el «⊃», que definimos mediante «~» y «∨», es idéntico con aquel mediante el cual definimos «∨» con «~» y que este «∨» es idéntico con el primero. Etc.
Sin embargo, todas las proposiciones de la lógica dicen lo mismo. A saber, nada.
Cuando uno puede dar lugar a, por ejemplo, una afirmación mediante una doble negación, ¿está entonces la negación – en un cierto sentido – contenida en la afirmación? ¿Niega «~~p» a ~p o afirma p, o ambos?
La proposición «~~p» no trata de la negación como de un objeto; pero sí la posibilidad de la negación está prejuzgada ya en la afirmación.
Y si hubiera un objeto que se llamase «~», entonces debería «~~p» decir algo distinto que «p». Pues una proposición trataría entonces simplemente de ~, la otra no.
(Brevemente, para la introducción de un signo primitivo vale, mutatis mutandis, lo mismo que Frege (Los fundamentos de la aritmética) ha dicho para la introducción de signos mediante definiciones).
(Así ocurren, en los Principia mathematica de Russell y Whitehead, definiciones y leyes fundamentales en palabras. ¿Por qué aquí, de repente, palabras? Esto requeriría una justificación. Esta falta y debe faltar, dado que el procedimiento es, de hecho, ilícito.)
Sin embargo, si se ha demostrado necesaria la introducción de un nuevo recurso en una posición, entonces debe uno preguntarse inmediatamente: ¿Dónde debe ser este recurso aplicado siempre? Su posición en la lógica ahora debe ser explicada.
O, es más, se debe destacar que en la lógica no hay ningún número.
No hay números distinguidos.
En la lógica no puede haber general y especial.
Los seres humanos siempre han intuido que debería darse un ámbito de preguntas cuyas respuestas – a priori – [serían] simétricas y estuvieran unidas[20] a una estructura cerrada y regular.
Un ámbito, en el que valiese la proposición: la sencillez es el signo de la verdad [simplex sigillum veri].
La utilización de los paréntesis con aquellos signos primitivos aparentes denota ya además, que estos no son signos primitivos reales. Y nadie creerá ciertamente, que los paréntesis tienen un significado independiente.
Están ya, pues, todas las operaciones lógicas contenidas en la proposición elemental. Pues «fa» dice lo mismo que «(∃x) . fx . x = a».
Donde hay composicionalidad[21], ahí hay argumento y función, y donde están estos, están ya todas las constantes lógicas.
Se podría decir: una constante lógica es aquella, que todas las proposiciones, acorde a su naturaleza, tienen mutuamente en común.
Esta es, sin embargo, la forma proposicional más general.
Un signo posible debe también poder señalar. Todo lo que es posible en la lógica, también está permitido. («Sócrates es idéntico» no significa nada, porque no hay ninguna cualidad que signifique «idéntico». La proposición es absurda, porque no nos hemos encontrado una determinación arbitraria, pero no porque el símbolo fuera ilícito en y por sí.
No podemos, en cierto sentido, equivocarnos en la lógica.
Signos que cumplen una finalidad, son lógicamente equivalentes; signos que no cumplen ninguna finalidad, lógicamente carentes de significado.
(También si creemos haberlo hecho).
Así, «Sócrates es idéntico» no dice nada, porque no le hemos dado ningún significado a la palabra «idéntico» como adjetivo. Pues, cuando aparece como signo de igualdad, entonces simboliza de otra manera completamente distinta – la relación señalada es otra – así es también el símbolo en ambos casos completamente distinto; ambos símbolos solo tienen en común el signo por casualidad.
Esta operación niega todas las proposiciones entre los paréntesis de la derecha y yo la llamo la negación de estas proposiciones.
(Así, si tiene ξ, digamos, los tres valores P, Q, R, entonces es [math]\displaystyle{ ( \bar{\xi} ) }[/math] = (P, Q, R)).
Los valores de las variables son establecidos.
El establecimiento es la descripción de las proposiciones, las cuales la variable representa.
Cómo aparezca la descripción de los miembros del término entre paréntesis, es irrelevante.
Podemos diferenciar tres tipos de descripción: 1. La enumeración directa. En este caso podemos sencillamente poner, en lugar de las variables, sus valores constantes. 2. La indicación de una función fx cuyos valores son las proposiciones a describir para todos los valores de x. 3. La indicación de una ley formal según la cual aquellas proposiciones son construidas. En este caso, los miembros del término entre paréntesis son todos los miembros de una serie de formas.
[math]\displaystyle{ N ( \bar{\xi} ) }[/math] es la negación de todos los valores de la variable proposicional ξ.
Lo que niega en «~p» no es, sin embargo, «~», sino aquello que todos los signos de esta notación, las cuales niegan p, tienen en común.
Así, la regla general según la cual «~p», «~~~p», «~p ∨ ~p», «~p . ~p», etc. etc. (indefinidamente [ad inf.]) son construidas. Y esto común refleja la negación.
Y así se puede decir: dos proposiciones son recíprocamente contrarias, cuando no tienen nada en común entre sí, y: cada proposición tiene solo un negativo, porque solo hay una proposición que reside completamente fuera de sí.
Se muestra también en la notación de Russell que «q : p ∨ ~p» dice lo mismo que «q»; que «p ∨ ~p» no dice nada.
Y este es también el caso, pues el símbolo «p» y «q» presuponen ya en sí mismos el «∨», «~», etc. Cuando el signo «p» en «p ∨ q» no representa un signo complejo, entonces no puede tener sentido solo; pero entonces no podrían tampoco tener ningún sentido los signos «p ∨ p», «p . p», etc., con el mismo sentido que «p».
Pero también aquí es ya la proposición negativa construida indirectamente mediante la positiva.
La proposición positiva debe presuponer la existencia de la proposición negativa, y viceversa.
Frege y Russell han introducido la generalidad en conexión con el producto lógico o la suma lógica. Así era difícil entender las proposiciones «(∃x) . fx» y «(x) . fx» en las cuales ambas ideas están incluidas.
Cuando son dadas las proposiciones elementales, entonces son con ello dadas también todas las proposiciones elementales.
Certeza, posibilidad o imposibilidad de una situación no es[22] expresada mediante una proposición, sino en que un término es una tautología, una proposición significativa, o una contradicción.
Aquel caso precedente, al que siempre querría uno remitirse, debe encontrarse ya en el propio símbolo.
Para llegar entonces a la manera de expresión habitual, se debe decir sencillamente según un término «hay una y solo una x, que . . . .»: y esta x es a.
Señal [Kennzeichen] del símbolo compuesto: tiene algo en común con otros símbolos.
(Cuando una proposición elemental es verdadera, entonces es con ello en cada caso una proposición elemental más verdadera).
Obviamente, se podría decir ahora que solo a tiene esta relación respecto a a, pero para expresar esto, necesitamos el propio signo de identidad.
(Entonces, en lugar de la russelliana «(∃x, y) . f (x, y)»: «(∃x, y) . f (x, y) . ∨ . (∃x) . f (x, x)»).
Y la proposición «solo un x satisface f ()» reza «(∃x) . fx : ~(∃x, y) . fx . fy».
Todos los problemas que el «Axioma del Infinito» de Russell trae consigo son aquí ya solucionables.
Que lo que el Axioma del infinito debe decir, se habría expresado en el lenguaje por [el hecho de que] habría una infinidad de nombres con distintos significados.
(Es ya un sinsentido poner la hipótesis p ⊃ p ante una proposición para garantizarle argumentos de la forma correcta, porque la hipótesis para una no-proposición como argumento se vuelve no falsa, sino absurda, y porque la propia proposición se vuelve absurda por el género incorrecto de argumentos, por lo tanto, ella misma se conserva tan bien o tan mal frente a los argumentos incorrectos, como las hipótesis carentes de sentido de esta finalidad).
Especialmente en ciertas formas proposicionales de la psicología, como «A cree, que p es el caso» o «A piensa p», etc.
Aquí parece, ciertamente, superficial, como si la proposición p estuviera respecto a un objeto A en un tipo de relación.
(Y en la teoría del conocimiento moderna (Russell, Moore, etc.), aquellas proposiciones han sido también interpretadas de esta forma.
Un alma compuesta dejaría de ser, ciertamente, un alma.
Esto aclara también, que la figura

puede verse de dos formas como cubos; todos los fenómenos similares. Pues vemos realmente dos hechos distintos.
(Yo veo primero las esquinas a y solo fugazmente b, entonces aparece a delante, y viceversa).
La proposición elemental consiste en nombres. Sin embargo, dado que no podemos dar el número de los nombres de distinto significado, así tampoco podemos dar la composición de la proposición elemental.
(Y cuando llegamos a la posición de deber responder tal problema mediante la observación del mundo, entonces esto muestra que estamos en la pista fundamentalmente equivocada).
La lógica es anterior a toda experiencia de que algo es así. Ella es anterior al cómo, no anterior al qué.
(No hay un número distinguido).
¿Tiene un sentido la pregunta: qué debe ser para que algo pueda ser-el-caso?
Sin embargo, donde uno puede construir símbolos acorde a un sistema, allí es este sistema el importante lógicamente y no el símbolo individual.
Y cómo sería posible también que yo tuviera que lidiar con formas en la lógica que yo puedo inventar; sino yo tengo que lidiar con aquellas que me hicieran posible crearlas.
Las jerarquías son y deben ser independientes de la realidad.
(Nuestros problemas no son abstractos, sino quizás los más concretos que hay).
Lo que reside en la aplicación, la lógica no lo puede anticipar.
Eso está claro: la lógica no debe colisionar con su aplicación.
Pero la lógica debe tocarse con su aplicación.
Así, la lógica y su aplicación no deben solaparse mutuamente.
No podemos decir, por lo tanto, en la lógica: en el mundo hay esto y esto, aquello no.
Eso presupondría aparentemente que excluimos ciertas posibilidades y esto no puede ser el caso, dado que si no la lógica debería [extenderse] sobre los límites del mundo; es decir, cuando ella pudiera observar estos límites también desde el otro lado.
Lo que no podemos pensar, no lo podemos pensar; tampoco podemos decir lo que no podemos pensar.
Es decir, lo que el solipsismo quiere decir es totalmente correcto, solo que no se puede decir, sino que se muestra.
Que el mundo es mi mundo se muestra en que los límites del lenguaje (del lenguaje que solo yo entiendo) significan los límites de mi mundo.
Si escribiera un libro [titulado] El mundo como lo encontré, entonces ello consistiría también en informar sobre mi cuerpo y en decir qué miembros están sujetos a mi voluntad y cuáles no, etc. es decir, este es un método de aislar al sujeto o, más bien, de mostrar que en un sentido importante no hay ningún sujeto: es decir, no podría tratarse solo de él en este libro.
Tú dices, esto se comporta aquí totalmente igual como con [el] ojo y [el] campo visual. Pero tú no ves el ojo en verdad.
Y no se puede concluir nada en el campo visual que sea visto por un ojo.

Todo lo que vemos podría ser también distinto.
Todo lo que podemos describir, en todo caso, podría también ser distinto.
No hay ningún orden de las cosas a priori.
El yo entra en la filosofía en el momento en el que «el mundo es mi mundo».
El yo filosófico no es el ser humano, no el cuerpo humano o el alma humana de los que trata la psicología, sino el sujeto metafísico, el límite – no una parte del mundo.
Esta es la forma general de la proposición.
Esta es la forma más general de la transición de una proposición a otra.
[math]\displaystyle{ x = \Omega^{0 \prime} x \text{ Def.} }[/math] y
[math]\displaystyle{ \Omega^{\prime} \Omega^{ \nu \prime} x = \Omega^{ \nu + 1 \prime} x \text{ Def.} }[/math]
Así, según estas reglas de signos escribimos la serie
[math]\displaystyle{ x, \Omega ' x, \Omega ' \Omega ' x, \Omega ' \Omega ' \Omega ' x, ..... }[/math]
así: [math]\displaystyle{ \Omega^{0 \prime} x, \Omega^{0+1 \prime} x, \Omega^{0 + 1 + 1 \prime} x, \Omega^{0 + 1 + 1 + 1 \prime} x, ..... }[/math]
Así escribo, en lugar de «[math]\displaystyle{ [ x, \xi, \Omega ' \xi ] }[/math]»:
«[math]\displaystyle{ [ \Omega^{0 \prime} x, \Omega^{ \nu \prime} x, \Omega^{ \nu + 1 \prime} x ] }[/math]».
Y defino:
[math]\displaystyle{ 0 + 1 = 1 \text{ Def.} }[/math]
[math]\displaystyle{ 0 + 1 + 1 = 2 \text{ Def.} }[/math]
[math]\displaystyle{ 0 + 1 + 1 + 1 = 3 \text{ Def.} }[/math]
(etcétera).
El concepto numérico es el número variable.
Y el concepto de igualdad numérica es la forma general de todas las igualdades numéricas especiales.
Esto está relacionado con que la generalidad, la cual necesitamos en las matemáticas, no es la casual [zufällige].
Que sus partes constitutivas así enlazadas dan como resultado una tautología, eso caracteriza la lógica de sus partes constitutivas.
Para que proposiciones enlazadas de una manera determinada den como resultado una tautología, para ello deben tener determinadas cualidades de la estructura. Que ellas así unidas den lugar a una tautología muestra, por lo tanto, que ellas poseen estas cualidades de la estructura.

y la asignación de la verdad o la falsedad de toda la proposición y de las combinaciones de verdad de los argumentos de verdad mediante barras de la siguiente manera:

Por lo tanto, este signo representaría, por ejemplo, la proposición p ⊃ q. Ahora quiero investigar, por ejemplo, la proposición ~(p . ~p) (ley de la contradicción), si es una tautología. La forma «~ξ» es escrita en nuestra notación:

la forma «ξ . η» así:

Por lo tanto, la proposición ~(p . ~q) reza así:

Si colocamos aquí, en lugar de «q» «p», e investigamos la conexión de los V y F más externos con los más internos, entonces resulta que la verdad de la proposición al completo está relacionada con todas las combinaciones de su argumento; su falsedad, con ninguna de sus combinaciones de verdad.
Este método se podría nombrar también un método nulo. En la proposición lógica son usadas proposiciones en equilibrio mutuo y el estado del equilibrio denota entonces cómo deben ser elaboradas lógicamente estas proposiciones.
Que, por ejemplo, «q» se sigue de «p ⊃ q . p», lo deducimos de ambas proposiciones propias, pero podemos también mostrar así, en tanto que las unimos en «p ⊃ q . p : ⊃ : q» y ahora mostramos que esto es una tautología.
(No hay, como Russell quería decir, una ley de la contradicción propia para cada «tipo», sino que una es suficiente, en tanto que no sea aplicada a sí misma).
Ser general solo significa: ser válido casualmente para todas las cosas. Pues una proposición no generalizada puede ser tan tautológica como una generalizada.
La prueba de las proposiciones lógicas consiste en que las podemos hacer surgir a partir de otras proposiciones lógicas mediante aplicaciones sucesivas de ciertas operaciones, que a partir de la primera producen siempre tautologías. (Y, a decir verdad, a partir de una tautología solo se siguen tautologías).
Naturalmente es esta forma de mostrar que sus proposiciones son tautologías completamente insignificantes para la lógica. Precisamente porque las proposiciones de las cuales parte la prueba, deben mostrar incluso sin prueba, que son tautologías.
Cada proposición de la lógica es un modus ponens representativo en signos. (Y el modus ponens no se puede expresar mediante una proposición).
Cada tautología muestra por sí misma que es una tautología.
Las proposiciones de las matemáticas son igualdades, por lo tanto, proposiciones aparentes.
(En la filosofía, la pregunta «para qué usamos realmente aquella palabra, aquella proposición» guía siempre a reflexiones valiosas).
Caracteriza la forma lógica de dos términos, que sean sustituibles mutuamente.
Es una cualidad de «1 + 1 + 1 +1», que se puede interpretar como «(1 + 1) + (1 + 1)».
Sin embargo, lo esencial en la igualdad es que no es necesaria para mostrar que ambos términos que el signo de igualdad conecta tengan el mismo significado, dado que esto se puede desprender de ambos términos en sí mismos.
El cálculo [Rechnung] no es ningún experimento.
Pues las igualdades expresan la sustitubilidad [Ersetzbarkeit] de dos términos y procedemos de un número de igualdades a nuevas igualdades, en tanto que sustituimos términos por otros, acorde a las igualdades.
[math]\displaystyle{ ( \Omega^{ \nu} )^{\mu \prime} x = \Omega^{ \nu \times \mu \prime} x \text{ Def.} }[/math]
[math]\displaystyle{ \Omega^{2 \times 2 \prime} x = (\Omega^2 )^{2 \prime} x = ( \Omega^2 )^{1+1 \prime} x = \Omega^{2 \prime} \Omega^{2 \prime} x = \Omega^{1 + 1 \prime} \Omega^{1 + 1 \prime} x }[/math]
[math]\displaystyle{ (\Omega ' \Omega)^{\prime} (\Omega ' \Omega)^{\prime} x = \Omega ' \Omega ' \Omega ' \Omega ' x = \Omega^{1 + 1 + 1 + 1 \prime} x = \Omega^{4 \prime} x }[/math]
(Como con el sistema numérico para cada número arbitrario, así debe uno poder describir con el sistema de la mecánica cada proposición arbitraria de la física).
Así, tampoco dice nada sobre el mundo [el hecho de] que se pueda describir mediante la mecánica newtoniana; pero sí que se pueda describir así mediante aquella, como es justamente el caso. También eso dice algo sobre el mundo [el hecho de] que se pueda describir más fácilmente mediante la una mecánica que mediante la otra.
Leyes como el principio de razón [suficiente], etc. tratan de la red, no de lo que la red describe.
Pero obviamente eso no se puede decir: se muestra.
Por lo tanto, la descripción del curso temporal es solo posible al apoyarnos en otro proceso.
Lo completamente análogo es válido para el espacio. Donde uno, por ejemplo, dice, no podría darse ninguno de los dos eventos (que se excluyen mutuamente), porque no hay ninguna causa disponible por la que el uno deba ocurrir antes que el otro, dado que se trata en realidad de que no se puede en absoluto describir uno de ambos eventos cuando no está disponible algún tipo de asimetría. Y cuando está disponible tal asimetría, entonces podemos interpretarla como causa de la ocurrencia del uno y la no ocurrencia del otro.

El guante derecho se podría poner en la mano izquierda si se le pudiera girar en el espacio tetradimensional.
Está claro que no hay ninguna razón disponible para creer que ahora también ocurriría realmente el caso más sencillo.
Y ambos aciertan y se equivocan. Los antiguos son en cualquier caso más claros, pues reconocen una conclusión clara, mientras que por el nuevo sistema debe parecer que todo está aclarado.
Pensemos cómo se representa esta contradicción en la física: más o menos así, que una partícula no puede tener al mismo tiempo dos velocidades; eso significa, que no puede estar al mismo tiempo en dos lugares; eso significa, que partículas en distintos lugares a Un [mismo] tiempo no pueden ser idénticas.
(Está claro que el producto lógico de dos proposiciones elementales no puede ser ni una tautología ni una contradicción. El enunciado de que un punto del campo de visión tiene al mismo tiempo dos colores distintos, es una contradicción).
Si hay un valor que tiene valor, entonces debe residir fuera de todo acontecimiento y ser-así [So-Sein]. Pues todo acontecimiento y ser-así es casual.
Lo que lo hace no casual no puede residir en el mundo, pues en ese caso esto sería de nuevo casual.
Debe residir fuera del mundo.
(Ética y estética son Uno).
(Y esto está también claro, que la recompensa debe ser algo agradable; el castigo, algo desagradable).
Y la voluntad como fenómeno interesa solo a la psicología.
Brevemente, el mundo debe entonces volverse de este modo completamente otro. Debe, por así decirlo, disminuir o aumentar como todo.
El mundo del feliz es otro que el del infeliz.
Si por eternidad no se entiende duración de tiempo ilimitada, sino atemporalidad, entonces vive lo eterno quien vive en el presente.
Nuestra vida es tan infinita, como nuestro campo visual es ilimitado.
(No son, pues, problemas de la ciencia de la naturaleza [los que hay] que resolver).
El sentimiento del mundo como todo limitado es lo místico.
No existe el misterio [Rätsel].
Si una pregunta se puede plantear en cualquier caso, entonces puede ser respondida.
Pues [la] duda solo puede darse donde se da una pregunta; una pregunta, solo donde se da una respuesta, y esto solo donde algo puede ser dicho.
(No es esta la razón por la que seres humanos, a los cuales el sentido de la vida les fue claro tras largas dudas, por qué estos no pudieron decir entonces dónde residía este sentido).
Él debe superar estas proposiciones, entonces verá el mundo correctamente.
- ↑ Única nota al pie original de Wittgenstein: Los números decimales en tanto que números de las proposiciones individuales indican el peso lógico de las proposiciones, el énfasis que en ellas reside en mi representación. Las proposiciones n.1, n.2, n.3, etc., son comentarios a la proposición número n; las oraciones n.m1, n.m2, etc., comentarios a la proposición número n.m; y así con todas.
- ↑ Nótese la similitud entre las palabras Sachverhalten y Sachlage, esta última, «situación [Lage] de las cosas [Sache]».
- ↑ Literalmente: posición argumentativa o lugar del argumento (según la traducción de Muñoz y Reguera 2009, lugar argumental).
- ↑ Nótese la similitud entre Bestehen («el darse» o «lo que se da») y Bestehende, literalmente, «lo dándose» o «lo que se está dando», que también puede traducirse por «persistente» (como hacen Muñoz y Reguera, 2009).
- ↑ La palabra Bestehen significa «existencia» (pero también existe el término Existenz, usado por el propio Wittgenstein en esta obra, por ejemplo en 3.4). Puede traducirse por «el [hecho de] darse» o el «darse efectivo» (esta última usada por en la traducción de Gredos del 2009 por Muñoz y Reguera). Esta palabra consiste en el verbo –stehen (es decir, «estar») y la partícula be–, que puede implicar cambio o movimiento, como en begründen («establecer», mientras gründen es «basar» o, en pasivo, «estar basado») o en behalten («quedarse con algo», «guardar algo») frente a halten («mantener» o «sostener»).
- ↑ La palabra Sachverhalten, o situación, significa literalmente «comportamiento [verhalten] entre cosas [Sache]» o «relación entre las cosas».
- ↑ Anacoluto en el original.
- ↑ Estructura literal de la enumeración en el original, común en Wittgenstein.
- ↑ Devise Occam en el original en alemán, haciendo referencia a la navaja de Occam.
- ↑ La palabra «cosa», literalmente Ding, expresa el menosprecio del original mejor que, por ejemplo, la palabra «asunto» o «cuestión», usadas en otras traducciones.
- ↑ Referencia a Los niños de oro, de los hermanos Grimm.
- ↑ Las referencias de sendos pronombres queda clara en el alemán, al ser la proposición masculino (der Satz) y la realidad, femenino (die Wirklichkeit), lo que en español se pierde, al ser ambas femeninas.
- ↑ En latín en el original: «yo ando».
- ↑ Elipsis del verbo principal también en el original.
- ↑ El referente queda claro en alemán por el género de los sustantivos (der Satz o «la proposición» es masculino; die Bejahung o «la afirmación», femenino).
- ↑ De nuevo, los géneros en alemán (el femenino de die Form y el masculino de der Satz) aclaran los referentes, mientras que en español queda ambiguo.
- ↑ El pronombre en original (sie) no aclara si se refiere a la cualidad o a la situación, aunque en la traducción inglesa (revisada por el propio Wittgenstein) hace referencia a esta última, igual que en Muñoz y Reguera 2009.
- ↑ Falta el verbo principal en el original.
- ↑ Pleonasmo en el original: …aus der Gesamtheit aller…
- ↑ La palabra „vereintliegen“, usada por Wittgenstein, no está recogida por los diccionarios alemanes, pero sería la unión de „vereint“ (unido) y „liegen“ (estar, yacer).
- ↑ La palabra „Zusammengesetztheit“ tampoco está recogida por los diccionarios alemanes, pero referiría a la cualidad („–heit“) de la composición („Zusammengesetzt–“).
- ↑ Anacoluto en el original.
- ↑ La palabra „ausdehnungslos“ no está recogida por los diccionarios, pero referiría a la ausencia („–los“) de extensión („Ausdehnung–“).
- ↑ Literalmente, «ley del mínimo efecto», también llamado principio de Hamilton.
- ↑ También llamado principio de razón suficiente.